Algunas anécdotas de Ciro:
· Le enseñaba a escondidas a la tía Rosa Alegría Linch los poemas de Cesar Vallejo.
· Le dio vergüenza recitar el poema “De Diana” que Cesar Vallejo le dijo que lo recite, y pues nunca supo Vallejo que a Ciro le gustaba la literatura.
· Ciro encontró a Vallejo en sus poemas más que en sus clases de lectura.
¿Con quién Ciro estaba más relacionado en el momento de escribir sus obras?:
· Él tenía mucha relación con su padre (Don José Eliseo Alegría Lynch), él le relataba muchas historias a Ciro, por lo menos el 90% de “La Serpiente de Oro” le conto mi abuelo.
· Tenía mucho apego con la tía Rosa, con su madre (Herminia Bazán Lynch)
· Con la abuela Juana quien fue que le conto la historia de “Los Perros Hambrientos”.
Ciro en la penitenciaría:
· Fue en los años de 1931 que lo enviaron a la penitenciaría, desde los 22 años él estuvo metido en a política, y fue en la cárcel donde perdió un pulmón y contrajo la enfermedad de tuberculosis.
· Poema que escribió en la cárcel fue “Poemas de Amor”.
· Lo maravilloso de Ciro es que el escribo sobre su encarcelamiento después que salió de la cárcel. Ciro fue invencible no se dejaba vencer.
Sus esposas:
· Él se caso en 1935 (26 años), en su primer matrimonio tuvo dos hijos (Ciro y Alonso), este último es hoy autor de teatro.
· Su tercera esposa Dora Varona, con quien tuvo tres hijos (Cecilia, Ciro Benjamín, Gonzalo, Diego), pero lamentablemente Diego falleció a los 10 años.
A la única que Ciro le dedicó algunos de sus poemas fue a su primera esposa, pero los cuales nunca han sido publicados porque él los consideró de la familia, muy personales.
Cuando Ciro regresó a Calemar:
Luego de la gran pérdida que tuvo Ciro, la muerte de su madre que fue en 1926 cuando él tenía 15 años, regresó a Calemar (los peones de la hacienda de su abuelo, tanto a él y a su padre le decían niño, el niño Ciro), se suponía que Ciro como hacendado debía estar trabajando, y cuando que preguntaban por él,
“¿el niño Ciro donde está?
el niño Ciro está sentado como la shinga”.
Por lo general él se sentaba acuclillado en unas piedras y ahí se ponía pensar. Él estuvo tres días en Calemar, y esos tres días le fueron suficientes para inspirarse. Todo lo de aquí era una pura inspiración, las piedras lo inspiraban, el momento de inspiración, el momento supremo del desarrollo, del pensamiento, de la literatura y del arte.
Ciro trataba a los peones como sus amigos, con ellos jugaba, se pelaba, conversaba la única diferencia es que él era el niño Ciro.